domingo, 14 de octubre de 2012

DESARROLLO


SU VIDA DE  PRINCIPE

Nació en 1402 en Texcoco y murió en 1472. Sus padres fueron el rey chichimeca-texcocano Ixtlixóchitl y la princesa azteca Metlacihuatzin, descendiente del segundo señor de Tenochtitlan, Huitzilihuitl. Recibió esmerada educación, tanto en el palacio paterno, como en el calmecac o escuela de estudios superiores. De esta forma pudo adentrarse en el conocimiento de las doctrinas y sabiduría heredadas por los Toltecas.
Aunque Nezahualcóyotl era heredero nato del reino, su juventud no fue como la de un príncipe viviendo en lujos, porque los texcocanos entonces luchaban para su propia existencia contra una tribu llamada tepanecas. En 1418 el enemigo tuvo éxito en subyugar a su gente. Mientras él se encontraba cubriéndose con las ramificaciones de un árbol, vio a unos soldados tepanecas matar a su padre. El huyó de la escena espantosa pero fue capturado y arrojado a una celda.

Nezahualcoyotl fue calurosamente recibido en Tenochtitlán y dedicó los siguientes ocho años al estudio. Junto con sus propósitos académicos, Nezahualcoyotl recibió instrucciones de los deberes reales. El nunca se olvidó de las circunstancias brutales que ocasionaron su exilio y estaba decidido a recuperar su trono.
Pero necesitaba un pretexto para entrar a su tierra de nacimiento, ahora parte del extendido tepaneco-texcocano. El rey tepaneca ya había muerto y fue reemplazado por su hijo Maxtla. Pretendiendo reconciliarse con los tepanecas, Nezahualcoyotl fue a la capital Atzcapotzalco y le hizo reverencia a Maxtla, presentando le flores. Pero Maxtla, un rudo y sospechoso hombre, despreció la ofrenda. Nezahualcoyotl, sintiendo que estaba en peligro, se escapó del palacio y regresó a Texcoco.
Durante su corto encuentro Maxtla había notado que Nezahualcóyotl tenía una fuerte impresión. Temió que sería un rival potencial, fingió haber cambiado de opinión, envió una invitación a Nezahualcoyotl para que lo acompañara a una fiesta en su honor que se llevaría a cabo por la tarde. Entonces Maxtla ordenó que asesinaran al príncipe al llegar.


SU REINADO

Finalmente logró el trono que era su derecho por nacimiento, Nezahualcóyotl comenzó a mostrar evidencias de sus notables habilidades. Su primer acto fue idear un código de leyes que fue considerado tan ejemplar que fue adoptado por sus aliados principales, los aztecas y los tlapopanos. Las leyes, basadas en una división de poderes, creaban un número de consejos incluyendo guerra, finanzas, justicia y el llamado consejo de música. No solo era música, sino que incluía ciencia, arte, literatura, poesía e historia.
Reunió a todos los sabios y filósofos de su tiempo y alcanzó a saber que hay un solo Dios verdadero, al que llamo “Tloque Nahuaque”. Castigó los delitos con rigor pero fue misericordioso y agradecido.
Con este alto nivel cultural, Texcoco bien podría ser conocida como “la Atenas del mundo occidental”
Consumado el dominio del valle de México, Texcoco, Tenochtitlán y Tlacopan formaron la Triple Alianza, en 1431, y reinó por más de 40 años. Reorganizó el gobierno y dictó leyes que fortalecieron el Estado. Se encargó de la construcción del acueducto de agua potable para la capital azteca. Durante este periodo ordenó la construcción de palacios, templos, jardines botánicos y zoológicos. También supervisó la construcción de caminos, diques y presas.
Dirigió además la construcción de calzadas, la construcción de diques para aislar las aguas saladas de los lagos e impedir inundaciones.
Nezahualcoyotl murió a los 70 años, lleno de honores y le sobrevivieron varias de sus esposas, una horda de concubinas y 110 hijos. Uno de sus hijos legítimos, Nezahualpilli, le sucedió en el trono. El rey murió feliz, creyendo en que él colocó una dinastía y un estado lo suficientemente fuerte que duraría siglos. Su deseo no sería tan largo porque después de 47 años de su muerte, invasores de piel blanca cruzó los mares para terminar con la civilización tan brillante que había creado.


 

 

 

SU OBRA

Para los nahualtl la vida civilizada existía si en las ciudades había lugares para el canto y el baile. Las cuicacalli, casas de canto, estaban junto a los templos y en ellas vivían los maestros en música, canto y danza. En las festividades se usaban los tambores huéhuetl y tpnaxtli, sonajas, flautas y caracoles. Los asuntos de las canciones eran las hazañas de los héroes, los elogios a los príncipes, lamentaciones por la brevedad de la vida y la gloria, elogios y variaciones sobre la poesía, poemas de amor y cantos divinos acompañados de pantomimas y juegos.
Los cuicapacque, autores de letras para los cantos, eran de dos clases: los que vivían en los templos y pertenecían a la casta de los sacerdotes y los de las casas reales, que ofrecían textos para las ocasiones memorables. Pero había también otros cuicapacque, los poetas propiamente dichos, que alcanzaban prestigio y eran muy solicitados por su arte para hacer perdurables hechos y sentimientos. Entre estos, en su mayoría príncipes y gobernantes, sobresale Nezahualcoyotl.
Compuso numerosos cantos y poemas, de los que se conservan unos 36, donde planteaba profundos problemas filosóficos. Todos estos poemas nos dejan penetrar dentro del alma y expresión de Nezahualcóyotl. En su honor, un municipio y una ciudad llevan su nombre.
Es el único cuya obra cubre la totalidad de los temas nahuatl: indagaciones sobre la naturaleza y la función de la poesía, cantos a las flores y la primavera, meditaciones sobre las relaciones del hombre con la divinidad, lamentos sobre la fugacidad de la vida y los placeres, pensamientos sobre el otro mundo, elogios a guerreros y príncipes, etc. No hay, sin embargo, un solo canto a la vida erótica o al amor, ni rasgos de humor o gracia, quizás porque los tiempos que le tocó vivir no los requirieron o porque fueron considerados inadecuados a las circunstancias.
Los cantos de primavera, entre los que se cuentan los mejores de su obra, como Canto de primavera, Comienza ya, El árbol florido, Ponte en pie, percute tu atabal, tienen numerosas referencias a las casas de las flores, la variedad de las aves que allí estaban representadas, a las sonajas, tambores y cascabeles, al tabaco y al cacao, complementos de las fiestas. En la poesía de Nezahualcóyotl hay mucho más pensamiento que lírica. Y sin que esta falte y con maravilloso resultado, su característica es la meditación sobre tres temas: la divinidad, el destino y la poesía.
Nuestra vida y destino no son verdaderos, ni hemos venido aquí para ser felices, dice Nezahualcoyotl. Vivimos en necesidad y el amargo sabor de las derrotas nos alimenta; hemos venido para vivir en angustia y dolor, la tierra es una casa prestada, no es la casa de los hombres y debemos abandonarla pronto. En Como una pintura nos iremos borrando dice, que al igual que los libros aztecas, hechos de color y figuras que desaparecen, los hombres desapareceremos consumidos por el tiempo. Nada podemos contra él, pereceremos e ingresaremos a la casa de los muertos, sintiendo, como en la vida, la tristeza eterna de los que la habitan. No lloremos a los que desaparecen, dice el poeta, igual destino nos espera.
La poesía es un don divino que nos es prestado, para aliviar nuestro paso por el mundo. Las flores, es decir el poema, permite darnos a conocer, nos dejan manifestarnos y engalanarnos por un momento, porque tanto ellas como él, retornan a la casa de la divinidad, al lugar de los que no tienen carne ni hueso. Feliz aquel que puede gozar de las flores y de los cantos porque son alegría, camino al misterio de la existencia y nos permiten conocer con trascendencia.

 

 

LOS BAÑOS Y JARDINES DE NEZAHUALCÓYOTL SON TESTIMONIO DEL ALTO DESARROLLO CULTURAL QUE LOGRÓ PARA SU PUEBLO EL GENIO Y “REY POETA”.

Los baños y jardines de Nezahualcóyotl son testimonio del alto desarrollo cultural que logró para su pueblo el genio y “Rey Poeta”. Es increíble que muy cerca de la ciudad de México exista un lugar de tal belleza e importancia arqueológica, y sea tan poco conocido. A un lado de Texcoco y entre un lomerío del valle, por un angosto camino que serpentea trepando entre cerros y cañadas, llegamos a un pequeño monte de conformación cónica, en donde se encuentran vestigios notorios de la grandeza de nuestro pasado.

La agradable vista del paisaje nos lleva a evocar un sentimiento de añoranza y nos recuerda algunas de las más hermosas pinturas de nuestro máximo paisajista: José María Velasco, cuya predilección por estos lugares se ve reflejada en parte importante de su obra. A los pies del cerro hay un pequeño balneario que durante los fines de semana es muy frecuentado por los vecinos de la comarca texcocana, los cuales también son asiduos concurrentes del histórico recinto. El estacionamiento del balneario nace un caminito de tierra que asciende zigzagueante en la ladera del cerro por el cual, caminando, se llega hasta el primer descanso, una construcción prehispánica, restaurada en parte, y de forma escalonada.

En una de las plataformas de esta estructura se encuentra una gran tina o pequeña alberca circular en donde se bañaba el monarca con sus concubinas. A esta gran tina le precede otra mucho más pequeña y poco profunda que servía para calentar el agua con el calor del sol, y de ahí se precipitaba a la tina mayor. El agua fluía hasta las tinas a través de una red de pequeños canales, a veces labrados en la roca, y en tramos construidos con argamasa y piedra. Estos canales fueron alimentados por un acueducto procedente de un manantial que nace en un cerro vecino. Es una verdadera obra de ingeniería hidráulica que, además de surtir el preciado líquido a las tinas, piletas, fuentes y jardines que estaban alrededor del cerro, llegaba incluso hasta los aposentos reales en el palacio de campo, y a los estanques del bosque.

En sus crónicas Fernando de Alva Ixtlixóchitl narra con lujo de detalles el esplendor de estos parajes, llenos de exuberante flora y fauna silvestre de gran belleza, procedente de muchas regiones de Mesoamérica.

De donde están las tinas parte un camino hacia ambos lados del cerro circundándolo en perfecta horizontal y sobre el cual corren los canales. Este camino nos lleva hasta otra estructura situada sobre una saliente del terreno, en la cual se encuentra otra tina más pequeña labrada en la roca. La perfección circular de ésta es asombrosa, y se dice que era la tina privada de Nezahualcóyotl, en la que, además de bañarse contemplando el paisaje, meditaba y hacía poesía. A unos cuantos metros de ahí, por unas escaleras se bajaba a la cueva donde el rey reposaba, hacía sus ayunos y meditaba.

Cientos de escalones cincelados en la ladera rocosa nos llevan hasta donde estuvo el palacio de campo del monarca, de cuyos vestigios podemos apreciar muros y pisos de formas geométricas, algunos circulares, lo que puede darnos una idea de la magnífica construcción que el tiempo y la ignorancia derrumbaron a su paso.

Dejando la cueva, continuamos por el camino central, hasta llegar a un sitio donde la mano del hombre orado en el terreno rocoso y después construyó con argamasa y piedra una especie de nicho donde Nezahualcóyotl recibía a sus invitados, grandes señores de otros reinos, y en su compañía gozaba de las representaciones artísticas y las danzas que celebraban en su honor.

En este conjunto hay además otras cuevas, descansos, miradores, escalinatas, etc., que por falta de restauración y de la debida atención han perdido su importancia. Es notoria la gran variedad de plantas y flores, en su mayoría medicinales, que el mismo Nezahualcóyotl, mandó plantar para su uso personal y para su gente, así como para el estudio botánico y la investigación terapéutica. Todo esto nos hace pensar en la gran responsabilidad que tenemos de salvaguardar tan importante y bello lugar, haciendo conscientes a las autoridades competentes del legado cultural y ecológico que poseemos y así darle la debida protección a lo que es patrimonio universal de la humanidad.

El Palacio del Rey Nezahualcóyotl es conocido más popularmente como Cerrito de los Melones. Son ruinas donde se vislumbra el esplendor y señorío de épocas pasadas. Poseía salas dedicadas a la música, la poesía y la astronomía, y contaba con aulas donde se reunían los sabios, senadores, sacerdotes y jueces, además de salas, recámaras y baños.